Que tenía en mente escribir este libro que hoy, querido amigo y paisano, tienes en tus manos. Se trataba de reflejar en unas cuartillas aquellas pequeñas historias vividas por mí, y cuyo escenario fueron las calles de Quartell y sus gentes. Lugar en el que, en julio de 1949, vi por primera vez la luz del día. 

Ya de niño quise escribir algo así como mi propia historia, mi propia crónica. Mi diario. Quería dejar constancia del vivir de mi familia, de mis padres, de mis hermanos y de mí mismo. Sin olvidarme de todas aquellas personas que, de una u otra forma, formaron y forman parte de nuestra propia existencia, aunque sea a lo lejos. Por supuesto que no podía olvidarme de la tía Carmen Asensi, la vecina de “la casa de enfrente”.

Que cuando en estas páginas hablo de la "tía" o el "tío" no lo hago de forma despectiva. Los términos "tía" o "tío" en nuestros pueblos de Vall de Segó tienen un significado muy especial, íntimo, de familiaridad. Muchas veces su significado supera a los auténticos lazos consanguíneos de familia. En gran número de ocasiones el tratamiento de "tía" o "tío" ha sido sustituido por el de señora o señor, en estas páginas, cuando así lo hemos creído oportuno. También el mote, o "apodo", juega en nuestra sociedad un papel muy importante. Por eso en muchas ocasiones es inevitable acompañar al nombre de pila el mote. No significando por ello un trato vejatorio, sino todo lo contrario, se citan con gran respeto y cariño, máximo cuando sus "titulares" se consideran totalmente identificados con ellos e incluso lo utilizan con todo orgullo.

Serán citados muchos de nuestros amigos y convecinos, puesto que ellos también son los protagonistas de estas historias; citándose por ello con sus nombres y apellidos puesto que este libro no recoge historias fantásticas, de ficción, sino todo lo contrario; trata de recuperar la memoria de un tiempo vivido por personas sencillas pero tan honestas y humanas, que se han hecho merecedoras de ser recordadas en nuestra pequeña historia; la de nuestro pueblo. Son muchos los recuerdos, las pequeñas y grandes historias vividas por mí y mi familia desde el verano del último año de la oscura década de los cuarenta hasta 1965, es decir, desde mi alumbramiento en Quartell hasta nuestro traslado a Sagunto en 1965. Fueron 15 inolvidables e irrepetibles años.

Ve precisamente la luz cuando se cumplen los cincuenta y tres años de nuestra ausencia de Quartell, lugar donde se desarrolla esta historia. Me gustaría que algún día algún amigo, o el propio Ayuntamiento colocará en la pared, muy cerca de su puerta de entrada, de la casa donde vivía la tía Carmen y su familia, una sencilla, como era la tía Carmen, placa que diga; "Esta es la casa de enfrente". El porqué de su título, ”La casa de enfrente”, es muy sencillo. No surge por casualidad. En la casa de enfrente, en la calle del Banc, vivía la tía Carmen, delante mismo de donde vivíamos nosotros. En esa casa transcurrió gran parte de mi infancia y los albores de mi primera juventud. Esa casa, escenario de muchas de mis historias, y sus habitantes ocuparon y todavía ocupan un lugar muy importante en nuestras vidas, tanto para mí como para mi familia.

No tendría sentido sino reflejará la realidad histórica del espacio y del tiempo vivido que abarca, y por supuesto de todas aquellas personas, coprotagonistas de mi historia. Por estas páginas desfilan gran número de nuestros convecinos, muchos de ellos lamentablemente ya no están entre nosotros. A todos ellos guardo un recuerdo muy especial. Nunca he dejado de visitar, cuando mis múltiples quehaceres me lo permiten, mi pueblo. Me gusta pasear por sus calles, viejas y nuevas. Observar cómo crece y recordar mis infantiles años vividos con mi familia en Quartell. Encontrarme con viejos amigos y compañeros de escuela y juegos. Recordar con ellos tiempos pretéritos y cuando puedo hablar, escribir y dar a conocer, a través de mis libros, artículos y charlas, a Quartell, mi pueblo, de lo que un día su Ayuntamiento me distinguió con el honroso título de Cronista Oficial.