Reloj público del campanario en el archivo de Albaida

Reloj público del campanario en el archivo de Albaida

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Un reloj que, pese a estar ubicado en un edificio religioso, es competencia de la administración local. La medida del tiempo resulta un factor esencial para ordenar la vida pública y resulta inseparable de la Modernidad y el sistema capitalista. Los primeros relojes mecánicos empezaron a desarrollarse en Europa a finales del siglo XIII y se perfeccionan a mediados del siglo XIV. Habitualmente, estos enormes relojes se instalaron en lugares elevados y públicos como torres civiles o más a menudo en los campanarios de las iglesias. Sin embargo, si las campanas de los templos señalaban el tiempo de los oficios religiosos, estos primeros relojes mecánicos buscaban medir el tiempo civil, llamado “la voz de las horas”. No quiero olvidarme que los relojes públicos no eran el único sistema por el que el vecindario de Albaida se enteraba de la hora. También estaban los “serenos” de noche que su misión era rodear por barrios de la ciudad cantando las horas y cuartos y anunciando si estaba sereno, nube, llovía o nevaba.

 

Un inciso con una pregunta: ¿será casualidad o no que Suiza, famosa por sus relojes, sea también la sede de un importante emporio bancario?

 

Bien, vamos a lo que vamos. En 1856 se construye el remate del campanario. El año anterior, en el mes de febrero, el ayuntamiento, siendo alcalde JA Soler i Bono, pone de manifiesto la necesidad de tener un nuevo reloj porque el viejo siempre está en reparación y por la necesidad del mismo en un pueblo agrícola (trabajos del campo y tanda de riego). El presupuesto de la obra, en un principio, fue de 4.500 reales (4 reales = 1 peseta; recordar que la peseta como moneda fue introducida en 1868). El maestro obrero fue José Reig y el arquitecto Jordi Gisbert, alcoyano, quien empleó sillares de piedra para el exterior y baldosa para el interior. Desde el primer día que la corona de la parte superior tuvo problemas de construcción como, por ejemplo, que la bóveda (bóveda) de la torre no soportaba el remate en el que colocar el nuevo reloj. La insuficiencia solvente del ayuntamiento (el dinero había salido de la poda y “entresaca” -selección- de los pinos de la montaña) y el encarecimiento de la obra (32.850 reales) provocó la suscripción voluntaria de los vecinos con lo que cada uno podía aportar. Las obras estuvieron paradas mucho tiempo y no fue hasta el año siguiente cuando se metieron la veleta y el reloj. *En las fotos adjuntas de la cata puede ver la litografía de finales del siglo XIX (1880?) hecha por la imprenta Viuda de P.Martí. San Fernando. Valencia y la de 1987, desde la actual biblioteca y archivo cuando estaba haciéndose el ayuntamiento nuevo “casa Germanes de Llinàs”. 

 

Tanda  es el turno de regada que toca a cada participante de un derecho a usar el agua de una acequia o de un río según la reglamentación establecida.

 

Veleta es el aparato constituido por una pieza ligera de metal, generalmente en forma de flecha o de gallo, que gira en torno a un eje vertical y que señala la dirección del viento.

 

Litografía es un sistema de impresión en el que el dibujo se fija por medio de una base grasa sobre la piedra litográfica o bien sobre una plancha metálica de zinc o aluminio.

 

Años 50 del pasado siglo. En 1952, el vecino del pueblo Vicente Soler Bodí solicita la plaza de encargado de dar cuerda al reloj público, pero el ayuntamiento desestima el escrito porque no había ninguna vacante. El conductor del reloj de la ciudad era ya el vecino José Tormo Costa. 

 

A finales de año (octubre), el vecino Fernando Tormo Martínez presenta un escrito al ayuntamiento renunciando a ser el encargado diario de dar cuerda al reloj público por sus muchos empleos y por su mala salud. Hasta febrero, era Antonio Blasco Penalba quien tenía la llave de la puerta de entrada a la torre y le daba cuerda al reloj (sacristán y campanero). 

 

Durante los tres años siguientes (1953, febrero-1956, septiembre) se designó como encargado de dar cuerda al reloj al vecino Antonio Quilis Llin. Trabajo que no le era incompatible con el cargo de guardia municipal (gratificación anual de 900 pts.)

 

En septiembre del 56, el ayuntamiento designa a un nuevo encargado de dar cuerda al reloj público, es el concejal José Tormo Bellver. ¿La razón? A Antonio le destituyeron por abandono del trabajo (servicio), lo que causaba mucho perjuicio a los trabajadores y vecinos del pueblo al no poder concurrir a la hora exacta a los puestos de trabajo oa los viajeros que cogían el tren o el autobús (el reloj se retrasaba o se adelantaba 15/20 minutos). Al nuevo encargado le dan las claves del reloj y es asesorado en su funcionamiento por el técnico Ramon Biosca Querol. La gratificación anual era la misma. Pero dos años más tarde, el nuevo encargado solicita le sea aumentada la gratificación anual porque la vida se ha encarecido mucho y porque todos los días sube una vuelta a la torre-campanario, incluso dos o más veces para dar cuerda y regular los retrasos o avances. El ayuntamiento acuerda gratificarlo anualmente con 2.100 pts. 

 

8 años más tarde (1966), José Tormo Bellver vuelve a solicitar un aumento de la gratificación anual para dar cuerda al reloj público porque el coste de la vida ha subido, así como los salarios y finalmente porque invierte tiempo en el cuidado del reloj y porqué la hora a ir en relación a la de Radio Nacional de España. Solicita cobrar 400/500 pts. al mes (ahora cobraba 175pts/mes). El expediente está incompleto y no sabemos cómo quedó su solicitud. 

 

El último cambio del reloj público del campanario se realizó entre 1979 y 1981 cuando se realiza su contratación directa o procedimiento negociado con un precio máximo de 650 mil pts.(3.906 €) Se presentaron dos empresas, Viuda de Murua de Vitoria- Gasteiz y Manufacturas Blasco de Relojes Públicos de Tarragona.